sábado, 5 de mayo de 2012
Pongamos que hablo de un lugar...
-Pongamos que ya no existe no que valga, que el dolor es cosa inimaginable, que la acera está limpia, el café siempre caliente, luce el sol entre las nubes y nunca hace frío. Pongamos que las pisadas contra el suelo suenan a música, que la poesía es todo y el color parece más resplandeciente que nunca. Pongamos ahora que suena una canción perfecta, en La bemol, o Re si lo prefieres, que todo empieza por un Sí, y nunca dice que algo es imposible. Ahora vamos a suponer que esto es una ciudad especial, única en sí misma y que flota, muy alto, y nosotros, sólo nosotros dos flotamos con ella, nuestros pies se despegan de la tierra y ascienden, muy alto, muy lejos, no hay masas de iguales, somos dos almas libres al viento y que sienten más, mucho más de lo que puedes llegar a imaginar, como si el respirar fuera el orgasmo del día, y ¡tendríamos miles cada segundo! Cada uno mejor, más intenso, que sólo con el roce de nuestras miradas y palabras salen, se proyectan.
+¡Despierta!
-Nunca despertaré mientras sienta que esto es posible.
+La realidad es otra.
-Yo decidiré que realidad quiero sentir.
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