A este mundo aparentemente formal nada más sabio que ser un demente para que la cruda realidad no te aplaste y extienda tus restos, de lo que un día fue felicidad, por toda su superficie. Vivimos entre mierda, y espinas, pero, por suerte, siempre encontramos alguna rosa que nos hace permanecer y no rendirnos ante las innumerables desgracias que nos rodean. Gracias a todas esas rosas, os lo dedico.
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